Josko Gvardiol (Zagreb, 2002) se ha empeñado en darle la vuelta a aquello de «no hay mejor defensa que un buen ataque». Acusó, sin embargo, el ‘salto’ de la Bundesliga a la Premier y la etiqueta de ser el defensa más caro de la historia: el Manchester City pagó 90 millones de euros al RB Leipzig por sus servicios.
Al croata, a caballo entre la posición de central y lateral izquierdo, le costó, también encontrar su sitio en el fútbol de posesión y posición de Guardiola. «En algunos momentos, cuando llegó, estaba inseguro, confundido. Perdió muchos balones. Cada vez que tenía el balón quería hacer que sucedieran cosas excepcionales», reconocía el entrenador ‘cityzen’.
Cuando llegó, estaba confundido. Perdió muchos balones. Cada vez que tenía el balón quería hacer que sucedieran cosas excepcionales
No sólo eso. También salió retratado en el gol de Leon Bailey en la derrota contra el Aston Villa de Unai Emery (1-0) y en el empate frente al Chelsea (4-4). «No parece uno de los defensores más caros del mundo, en absoluto», aseguraba ‘Goal’.
El ex de Dinamo Zagreb y Leipzig se ha ido a redimir, curiosamente, en ¡ataque! Marcó su primer gol (golazo) con el City en el 3-3 contra el Real Madrid -con el Leipzig también se estrenó en Champions contra los blancos- y, desde entonces, no hay quien le pare.
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Repitió con un nuevo golazo, también con la diestra, en la ‘manita’ sobre el Luton Town (5-1) y volvió a ‘mojar’ en el triunfo sobre el Nottingham Forest (0-2). Por si fuera poco, sumó una asistencia ante el Luton y provocó un penalti, el que significó el 1-0, en el 5-1 sobre el Wolverhampton. En definitiva, en los últimos seis partidos acumula tres dianas.
«Yo diría que ha mejorado mucho, no sólo en las últimas semanas. Vimos muchas de sus actuaciones y lo entendió», confesó Guardiola antes de explicar los motivos de su mejoría: «Recibe en posiciones centrales, ayuda a los extremos a forzar dos o tres contra uno y luego suele recibir libre y cerca de la portería. Tiene un talento increíble y le animo a que lo haga una y otra vez».
El propio Gvardiol, sin embargo, confía en seguir evolucionando: «Me siento como en casa. Estoy feliz, pero aún soy joven, tengo 22 años, y puedo seguir mejorando. Uno se fija en Stones y Walker y son como máquinas».
